miércoles, noviembre 10, 2004

De paseos matinales o como confundir un ratón con un teclado

Esta mañana he salido a dar una vuelta a hacer unas cosillas que tenía pendientes tales como comprar un par de bombillas para una luz del pub donde curro, enviar unos cuantos curriculums vitae a distintas ofertas que había visto y, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, pues aproveché para hacer unas compras de unas cosillas que debía comprar, léase una tarrina de cedeses y un ratón para el pc.
Las bombillas no las he encontrado, y para colmo de males la chica de la tienda se puso borde lo cual me hizo contestarle mal, pero con gracia.
Los sellos para enviar una carta por correo ordinario (bendito e-mail) tienen un precio cuando menos raro. ¿Por qué 27 centimos? La verdad es que me parece un precio estúpido, no pueden ser ni 25 ni 30, sino 27, para que luego tenga el bolso lleno de esas diminutas moneditas cobreadas que la mayor parte de las veces acaban tiradas en la calle.
Hoy he pasado a menos de 50 metros de la facultad y me ha dado un pánico terrible, de hecho ni me he acercado no siendo que me secuestraran o algo así y temiendo encontrarme algún viejo compañero pesado, que los hay excesivamente, he decidido alejarme corriendo.
Al llegar a casa me puse a instalar el ratón, un ratón muy "chuli" que he pillado, de esos para los pc's portátiles que es tan pequeño que pienso que es de juguete. Bueno, pues como todos ustedes sabrán, instalar un ratón es lo más fácil que hay después del tipico mecanismo de un chupete. Pero claro, yo no soy "itisuva" así que he tenido que ir por el lado más dificil y he tardado bastante tiempo en instalarlo. Sí, soy un torpe, que pasa.
Primero saco el ratón de su correspondiente caja, tomo la clavija de conexión y la meto en el primer agujero que vale. Yo pensaba que estaba todo correcto hasta que oigo un pitido extraño al iniciar el ordenador. Pienso que algo ha fallado porque ha saltado la "alarma". El ordenador se incia perfectamente sin más incidencias que el pitido antes citado. Aparece el puntero del ratón e intento hacer que se mueva, pero... aquel puntero permanece inmóvil. Bueno, intento apagar el ordenador mediante el teclado pero este no funciona. Cabreo monumental, sí, tengo poca paciencia. Reseteo el ordenador no sin antes haber desconectado el ratón nuevo. Todo parece perfecto y decido apagar el ordenador. Vuelvo a conectar el ratón nuevo y vuelvo a inciar. La misma canción. El puntero no se mueve, cabreo "exelente" y manotazo al ratón viejo... y el puntero que se mueve. Delirium tremens, pues miro el cable que he desconectado y lo veo en el suelo. En teoria no deberia funcionar el ratón viejo, pero funciona. Empiezo a pensar que el nesquik de esta mañana no era nesquik hasta que tiro del cable del teclado y veo que está desconectado. Grrr. Puñetazo a la pared de impotencia y ya por fin conexión correcta de los cables y por fin todo funciona correctamente. Si para instalar un ratón tengo que perder tanto tiempo y tanta paciencia, el día que me enfrente a algo complicado va a ser la pera. Lamentable.

Tras el episodio informatico matinal, la tarde se ha desarrollado por los cauces previstos. Chapada de cuatro horas para dar por concluida la primera asignatura que tengo, la famosa "Organización, medición y valoración de obras". Ahora a ver que tal se da el examen, pero igual hasta febrero se me ha olvidado todo. En fin.

Hoy una compañera de clase me ha querido hacer el lío diciendome que un profesor está pasando lista y que va a tomar muy en cuenta la gente que asiste a clase. Acojonado me dejó, pues es el profesor de una asignatura en la que estoy en 7ª convocatoria y no está la cosa como para hacer tonterias.
Finalmente la cosa quedó en que me quería tomar el pelo para que yo fuera a clase. Realmente no se que interés tendrá esta chica en que yo vaya a clase, ni me lo quiero imaginar, pero seguro que sus intenciones no son buenas, que ya nos conocemos, ¿verdad señorita R?

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